6.18.2013

Dialéctica I

Para empezar podría presentarte, tratar de poner en palabras todo lo que tu ser conlleva. Tu sonrisa, un poco tuya, un poco colectiva. El hecho que ignorás tu propia belleza, el amor que emanás desde tus ojos. Todas las palabras que se atascan en tu garganta, cuando intentás expresar todo ese revoltijo de ideas y pensamientos que tenés en tu mente. Para empezar también, podría hablar de mí, aunque eso sería egolátra de mi parte.
Para empezar, mejor, voy a contar cómo te conocí.. Un poco despistado, ibas caminando y yo (más despistada todavía), me crucé en tu camino. Te ví, abismal. Sintiéndote un poco preciso, un poco justo para esos vacíos que tenía en mí. No dije nada, no hizo falta tampoco, me preguntaste si algo me pasaba y yo, yo básicamente enmudecí pero te abracé.

6.15.2013

Creer

Creo en mí.
En vos.
En nosotros y todos los demás.
Creo que la verborragia esconde mentiras, y también grandes verdades.
Creo que quien calla usualmente, es a quien se le debe prestar más atención cuando habla.

Creo que tus manos me alivian el dolor, que en la penumbra de mi habitación hace falta una luz. Creo que este cigarrillo tendría que ser el último que fumo, aunque vos y yo (y todos) sabemos que no será así. Creo que necesito un abrazo, uno tuyo, que no sé muy bien cómo figurármelo (a tu abrazo) pero me da paz.

Creo en tu mirada.
Confío en tu voz.
En mi palabra
y en el frío de tus ojos,
cuando te toco el alma con las manos.

Creo que sería bueno que creas que creo en vos.

Innato

Matutino.

El sol naciente me envuelve los sentidos,
el cielo abismal intenta atraparme,
intento escapar.
De mí.

El frío de tu alma quiere abrazarme,
entreabrís los labios, emitís sonidos.
Naufrago en el cosmos de mi mente,
ya me perdí y no quiero verte.

6.13.2013

Al espacio

Te miraba y era paz, era paz verte a los ojos y sentirte mío en cada abrazo, y creer que el mundo era mucho mejor cuando reías después de besarme. Me gustaba sumergirme en tu voz, explorarte, bucear en cada palabra que emanabas desde lo más profundo de tu ser; todavía me gusta. Aunque ya tus palabras no son las mismas, tampoco tu voz.
Era abismal quererte tanto, algo espacial, era como si todo el amor que tenía dentro mío me sobrepasaba y se proyectaba en lágrimas, mis lágrimas, se exteriorizaba. Me mirabas diciéndome que no me preocupara por el tiempo, por la vida, que ibamos a seguir juntos quién sabe por cuánto tiempo más. (Ni yo hubiese sabido que iba a ser tan poco). Pero bueno, el mismo tiempo por el cual me pedías que no me preocupara, me está truncando, nos está truncando.
Palabrerío, mejor me callo y dejo de escribir, secaré las lágrimas que brotaron de mis ojos y me sumergiré en tu perfume, en tu abrazo y bucearé de nuevo en tu voz, en mis recuerdos.

6.09.2013

+

Desperté. Miré por la ventana, siempre abierta, algunas luces callejeras estaban prendidas y hacía un poco de frío, el frío clásico de junio. No sé qué hora serían en particular, pero creí que me desperté situada en el limbo entre la noche y el día, me levanté por instinto, inspeccionando con los dedos de mis pies el suelo, repleto de papeles y lápices, bocetos de escritos que dejaré para tiempos mejores. Fui a tientas hasta el escritorio, encontré un cigarrillo y me senté en la ventana a fumar, a fumar y pensarte.
Quería encontrar una forma de describirte, me gusta describir personas usando metáforas que quizás nadie pondría juntas, como por ejemplo, hablar sobre el fuego de tu mirada, sobre el incendio que emanaban tus ojos cuando hablabas sobre tus pasiones.
Me gustaba hacerte sonreir, era una suerte de logro, una satisfacción que llevaba conmigo como bandera; como el café de cada día, como encontrarte un día de sol cualquiera -digo de sol, porque él, tan perspicaz, iluminaba el costado de tu cara para resaltar tu belleza natural, tu palidez innata- y darte un beso, de esos besos-causales.
Podría pasar mucho tiempo hablando de vos y tus besos.
Los que te di, y los que me faltan.
Y los días que nos quedan por pasar.
Y las noches en que nos tenemos que buscar,
y amar,
y tocar,
y soñar.

5.18.2013

verde

Acá llueve, pero adentro mío es diferente, ya no llueve y está calmo. Ya no hay tormentas dentro mío, cada fibra de mi ser irradia paz.
Te vi frente a mí, parado ante mi ser; tan puro, tan inocentemente tierno.
Me besaste.
Te miré, con todo el amor que me había guardado dentro tanto tiempo.
Me devolviste una sonrisa clara, un abrazo puro y más amor del que podía manejar.
Y con un beso más, pactamos tácitamente nuestro amor.

5.01.2013

Dialéctica de bolsillo

Nos dimos muy poco.. O nos dimos mucho en muy poco tiempo? Hay algunas cosas que quedaron en mi boca, sentimientos que quise expresar, y por buscar las mejores palabras, no pude expresar cuando debía. Y ahora me arrepiento, pero no es tarde, o quizás un poco; no quiero remover el pasado, no me gusta, pero hay ciertas cosas que me traen recuerdos tuyos. Si me esfuerzo un poco, todavía siento tus manos o tus labios, o ambas cosas.
No sé si te extraño, o extraño tus manos.. Francamente no sé lo que siento, podría decirte que siento que me faltaron cosas por decir, aunque te haya dicho tanto. Me faltó llorar un poco, me faltó decirte tanto, me sobró saber que ese era el último beso.

4.29.2013

Mundo

El mundo, mi mundo, tu mundo. Nuestro hábitat. Nuestro mundo, porque vos estás allá y yo.. Yo estoy acá? O dónde estoy? Quién sabe, yo no (y tampoco quiero saberlo). Qué curioso, siempre me molestó ignorar o desconocer (herramienta que siempre me movió a buscar nuevas cosas, la curiosidad), pero en este caso no quería saber. Porque claramente vos estás allá, y yo, no.


Quiero ser algo diferente, hacer algo diferente. Mirarme al espejo y no verme sólo a mí, ver algo más, una vibración, un sentido, color, vida, algo. O nada. Me siento abrumada, como si algo estuviese presionandome desde adentro hacia afuera, como si ya no hubiese espacio en mí, que mi esencia se me escapa y la tengo que traer, cuidar, tener.

4.08.2013

Tiempo -

Hace frío, o quizás yo siento frío porque estoy sola. Porque te pienso mientras me fumo el cigarrillo número quién-sabe-cuál, estando de pie, junto a la ventana en esta madrugada donde no se oyen ruidos. No se escuchan ni los murmullos de los autos lejanos, ni el crepitar de las ramas, ni el viento danzando en el ambiente.. Mucho menos tu risa, tu risa eco, la que tanto me gustaba escuchar (porque me daba vida y nunca te lo dije).
Ahora que lo pienso hay muchas cosas que no te dije, estúpido temor. Ahora estoy en negativo, ya mi tiempo pasó y acá estoy, fumando. Fumando los recuerdos, el amor, las palabras que no dije y las que vos tampoco dijiste (y seguro que no vas a decir jamás). Siempre me había atraído tu manera de ser, la forma de tu cara, la comisura de tus labios, lo mucho que te gusta hablar e irte -inconscientemente- por las ramas y terminar hablando de lo lindo que es tirarse en el pasto a descansar.
Frío. Me siento en el piso frío, el cigarrillo ya me quema los dedos. Me saca de ese trance en el que estaba sumida, en el que me hundo cuando quiero escapar un poco de la realidad tan abrumante que me rodea, que nos rodea.
Sentirte cerca llegaba a ser maravilloso, tenderme en el suelo y darte un beso risa.
Y reír.
Y besar.


Es cierto que los besos de despedida duelen, más aún cuando sin que nadie lo exprese, sabés que son de despedida.

4.02.2013

Serenidad

Ya estaba amaneciendo, y como todas las mañanas, subí a la terraza a ver la salida del sol, era algo que me había inspirado profundo interés desde mis años más tiernos. Me senté en el suelo, mientras encendía un cigarrillo y canturreaba algunas melodías que acudían a mi mente.
El sol subía y me sentí ínfima.
Me gustó verte conmigo, aunque no estabas realmente ahí.
Te imaginé conmigo,
imaginé que la luz naranja invadía el costado de tu cara
el que menos te gustaba
y te hacía más puro, más inocente.
Imaginé que me tomabas la mano
y canturreabas conmigo,
que me tocabas el pelo, dándome serenidad.
Imaginé que me pedías una seca,
que el humo nos envolvía
y la luz naranja también.
Imaginé.
Y reí.
Reí porque te quiero.
Reí porque me querés.

3.21.2013

Verborrágia

Tengo que empezar a ser un poco más sincera, a esta altura de mi vida, ya no sé qué siento o qué debo sentir o lo que se supone que debería preocuparme. Todo se sucede como si fuese algo ajeno a mí, ya no me veo dentro de mí, me siento.. Alienada, enajenada. O no. O sí. O no y no sé realmente lo que me sucede, y digo cosas-sin-sentido. Tengo tanto por decir, y las palabras no me alcanzan, no las encuentro. Porque lo digo y no me gusta, me lo repito y sigue sin gustarme; cambio un poco mi discurso para renovar las energías y tratar de expresarme mejor, pero tampoco me agrada lo que me dije (porque sí, antes de decirlo a quién corresponda, me lo repito una y mil veces con el fin de que me convenza, con el fin de que no suene mal, de que sea sincero sin lastimar).
Siento que tengo que pedirte disculpas, aunque no sé muy bien por qué, en realidad imagino tantas situaciones, tantas cosas que (te) dije y que quizás no sonaron como me hubiese gustado (vuelvo a repetirme las cosas es mi memoria, pero ahora mirando hacia atrás hubiese cambiado un par de palabras).. Y sí, debería pedirte perdón. Debería volver a hablarte, pero me da vergüenza intentar comunicarme con vos, por el hecho de que ¡claro!, tengo que pedirte disculpas.. Aunque no dije nada malo, no te herí, no te lastimé. Al menos eso creo, las palabras que emití no fueron las precisas, pero nunca te dije nada negativo. Y sé muy bien, sé perfectamente que en lugar de escribir todo esto acá, debería estar diciéndotelo a vos, pero acá estoy.. Desahogándome un poco, esperando que quizás por casualidad leas esto, y entiendas que es para vos, y me hables y podamos arreglar las cosas (y disculparme con vos, de una buena vez por todas).

(ya no pido amor, pido perdón)

3.20.2013

Guíame.

guíame
cuídame
quiéreme con tus manos
tus manos que son viento
que son nubes, y son cielo
son cielo porque son inmensas
inmensas, y me recorren
me recorren porque te lo pido
porque quiero sentir esa electricidad etérea
la misma electricidad que me golpea cuando me tocás
tócame, para poder sentir que estoy viva
para poder sentir
tócame
cuídame
guíame

Memorias.

Sentada en el umbral de mi ventana, te pienso mientras llueve y las gotas mojan mis pies. Miro hacia abajo, la distancia es abrumadora, siempre me atemorizaron las alturas pero en el fondo me emocionan un poco. ¿Quién sabe cuántos metros hay desde un décimoprimer piso hasta el suelo? Sí, mi mente divaga para no pensar.
Divaga en vano, porque igual te pienso, igual te siento y recuerdo el último abrazo que me diste (reclamándome que siempre las muestras de cariño las hacías vos, y yo con mi memoria tan corta te doy la razón, porque no recuerdo y no quiero pelear). Y la primera vez que te ví, después de unos cuántos años que llevabamos perdidos.. Te veías tan inocente, esquivándome la mirada, sentado a la mesa y jugueteando con tus manos y el mantel. El mantel y tus manos. Tus manos, tus juegos y el mantel. (Siempre me gustaron tus manos, aunque nunca las había tomado entre las mías)
Hace frío, el viento sopla y canta melodías que me recuerdan a mi niñez, en las épocas en que jugabamos y correteabamos por ahí. Fingiendo ser piratas, padres, doctores, o quién sabe que cosas que ahora no recuerdo.. Que quizás en otra tarde de viento y lluvia, volverán a mi mente y me asaltarán la tranquilidad, robándome un par de sonrisas..

3.05.2013

3 am

Jueves, casi a las 3. Su cabeza todavía daba vueltas, y no entendía muy bien por qué.
Intentó dormir otra vez.
Jueves, 6.23 am. Se resignó a volver al mundo onírico de nuevo, estaba de vacaciones en el trabajo, tenía una semana completa (que ya estaba en su momento cúlmine) para ella, para hacer lo que le plazca. Escribió, leyó hasta el hartazgo (una simple forma de decir, ya que jamás se había hartado de leer). 6.34 am, se le vino un número telefónico a la memoria, lo anotó en su agenda porque creyó que era importante, ya que se había manifestado de forma tan súbita.
Se levantó de la cama, tomó su ropa (que al moverla, liberó un ligero aroma a perfume masculino) y la acercó a su cara para sumergirse en ese perfume, le sorprendía que aún conservara ese aroma. Volvió a recostarse. Recordó sus manos, tibias y fuertes, pero no por eso menos amables; la comisura de sus labios, la misma que había recorrido con los propios. La forma en que lo abrazó, todo lo que había en sus ojos, después de haberse besado por primera (pero no última) vez.

Figuración

Y por las noches, en el silencio abrasivo de la oscuridad, los recuerdos le quemaban.. Pensaba en él, en sus gestos, sus formas. Intentaba figurarse hasta el más mínimo detalle, detalles que cualquiera olvidaría, tales como aquel trocito de pasto que se había quedado enroscado en su cabello, y que por lo oscuro del mismo, resaltaba. De eso se trataba, ese era el juego. Los detalles ínfimos la entretenían, la distraían de lo que había sucedido en realidad.
No quería extrañarlo, aunque no sabía si era eso lo que sentía exactamente. Sabía que lo quería, sabía que en su abrazo había paz, y que en sus besos podía encontrar un universo nuevo, se encontraba a ella misma en cada beso, en cada abrazo.

Sí, estaba convencida. Lo extrañaba y le quemaba.

-

Pensó en la vida, pensó en su alma. Pero no en la suya, nunca era la propia, nunca le gustó pensar en ella, creía que el hecho de pensar en uno mismo significaba inmediata e irremediablemente, ser ególatra; por ende prefería no pensar en sí misma, y tratar de batallar con esos monstruos mentales que la atosigaban (y nunca se iban).
Pensó en él. En cómo estaría, pensó en sus ojos; en su mirada, tan profunda, tanta paz contenida y un leve dejo de tristeza.. Hacía muchos años ya que lo conocía, y si bien no creía en el amor a primera vista, sabía que algo similar le había sucedido en el instante, cuando lo vio por primera vez. Ni bien existió la posibilidad de que sus miradas se cruzaran, supo que su destino (si es que se puede decir así) era pertenecer a esos ojos. Verse ahí, eterna, etérea, junto a él.
Sintió un leve pesar, pero decidió que levantarse era su mejor y única opción, sacudirse un poco las telarañas que la entretejían junto a su pasado, ya había pasado mucho tiempo pensando, y para estas alturas, el dolor y la incertidumbre le pesaban en la espalda..

Pequeña recopilación

Tiempo. El olvido le acariciaba suavemente la mejilla, la eternidad la estaba despojando de su vasto campo, de su cosmos.. Su universo. Los días se volvían arena en sus manos, los recuerdos le golpeaban el cuerpo y estremecían su alma, lográndo envolverla en un abismo solitario. Solitario como su vida, como su alma. Atosigada por los fuegos del presente, creyó verse, enajenada; extraída de su propio espíritu, ajena en cuerpo y alma..
Había despertado algo agitada, pero lógicamente lo atribuyó al supuesto sueño que había tenido momentos atrás, intentó calmarse y respirar profundo, pero algo le oprimía el pecho, le nublaba la razón y le cerraba la garganta.
Intentó en vano y por todos los medios, librarse de esa sensación que la asfixiaba, necesitaba una presencia.. Algo, mejor dicho alguien que cortara con esa penumbra, con ese sórdido silencio que la estaba envolviendo.. No quiso admitirlo, prefirió que la inmensidad de sus recuerdos la absorbiesen, llenando su espacio, su tiempo, dándole forma a esa presencia que le faltaba.
"El compás de los cuerpos meciéndose.. Amándose, sincronizados. El calor de las almas fundiéndose, entremezclándose y queriéndose saber, anhelando conocer cada retazo.. Cada espacio habitable, abismalmente cálido.." Arrojó el papel al suelo de su habitación, no le gustaba escribir sobre él.
Ambos sabían en lo más oscuro de sus vidas que las cosas no serían así por siempre. Que las cosas cambiaban, las situaciones eran distintas y -por sobre todas las cosas- las personas evolucionaban. Evolucionaban.. ¿O involucionaban? Eso ya no importaba, o quizás sí. O quizás nunca nada importó, la vida seguía, y los objetos eran banales espejitos de colores. Sí. Esa era la respuesta.
Cuando estaba con él las cosas eran más profundas, los colores eran más intensos, las miradas enamoraban y las personas no eran tan sucias en el fondo.. Le removía los sentidos, le apelmazaba los remordimientos y desintegraba el eje de su cordura, dejándola así desprovista de cualquier cable a tierra.
Detestaba mostrarse débil, porque en realidad lo era: Vulnerable.
Decidió que lo mejor sería despejarse, quiso descargar esa tormenta de sentimientos en el papel, aunque creyó que era muy pronto. Todavía le ardían los recuerdos. Prefirió perderse en el mundo onírico, soñar con sus vacíos y llenarlos de caricias al alma. O al menos, olvidar. Olvidar es un sentimiento doloroso, es el todo y la nada. La nada misma, una vez que se olvida, se es nada. Uno es lo que vive, lo que vivió y vivirá. Pero al fin y al cabo, estaba segura que todas esas palabras que iba tejiendo en su mente, como una telaraña, como un discurso burdo que se repetía una y otra vez, eran una falacia. Que lo quería y que el tiempo no curaba.
No quiso engañarse más, ambos tenían la certeza que iban a verse otra vez, que estaban predestinados a vivir en compañía, uno con el otro, siendo uno.. Los dos. De la forma que fuese, de la forma que estuviese preestablecido. Se querían y se odiaban, eran un remolino de sensaciones. Y cada uno tenía su forma especial para demostrar amor, queriéndose tanto sin saberse querer. Destruyéndose por partes, alimentando los egos rabiosos que buscaban un poco de cariño. Enmendándose las heridas que la vida les había dejado, con besos y caricias, que nadie les había sabido dar. Verlos era poesía, ellos eran poesía. Un poema infinito, que tenía las raíces en el suelo, y ellos se encargaban de volar, de volar y escribir la historia. De crear los versos, de hacer el amor en forma de estrofa. Y se querían. Y se necesitaban.

Medianoche

¿Y qué hay, qué hay más allá? Más allá de vos, de mí. Cuánto te debo, cuánto me faltas. ¿Y qué hay de mí, de vos? De un nosotros, menos yo. Con vos, pero sin vos, estando juntos sin ser Nosotros. Sólo alma, sólo carne. Puras palabras, pura poesía. Vos y yo, y todos y nadie. Las tardes que nos dimos, la vida que te dí, los besos que están atrapados en los ojos, en los labios, en la carne. El abrazo que es cielo, tu abrazo que me ahoga. Tus ojos que me miran, y los míos que no paran de hablarte, de llamarte, de mirarte. De quererte. Quererte y volverme cosmos. Cosmos para abarcarte, para ser amanecer y llenarte de luz cuando te levantes en las mañanas, cuando tu boca esboce pequeños atizbos de lo que fue un sueño, un sueño de vida y de muerte. Un sueño más, un sueño menos, y la vida allá afuera esperándote. Salís a la vida, salgo a vivir. Por separado, cada uno por su cuenta.
Queriéndote conmigo, sintiéndote pleno, sintiéndonos vivos.
Sintiéndote.

Sobre los sueños y algo más

Un dolor abrasivo le quemaba el alma, y la aturdía. Suspensión. Cerró los ojos por un momento, el viento frío de aquella tarde de lluvia le golpeó la cara, dejándola desprovista de esa suerte de trance en el que se encontraba sumergida. Sentía una especie de vacío, un sentimiento inexplicable que le inundaba el pecho.
Buscó en su mente, los recuerdos venían cada vez más rápido. Abismos. Lo recordaba fuerte, algo frío también.. Pero no por eso, menos interesante. Sentirlo cerca le ardía, le encantaba. Lo había situado en una suerte de altar, y ella ínfima. Sin colores, insípida comparada a él.
Lo quería, y ese cariño le quemaba.

Despertó.
Después de todo, sólo había sido un sueño.

De mí.

"El compás de los cuerpos meciéndose.. Amándose, sincrónizados. El calor de las almas fundiéndose, entremezclándose y queriéndose saber, anhelando conocer cada retazo.. Cada espacio habitable, abismalmente cálido.."

Arrojó el papel al suelo de su habitación, no le gustaba escribir sobre él.

Ambos sabían en lo más oscuro de sus vidas que las cosas no serían así por siempre. Que las cosas cambiaban, las situaciones eran distintas y -por sobre todas las cosas- las personas evolucionaban. Evolucionaban.. ¿O involucionaban? Eso ya no importaba, o quizás sí. O quizás nunca nada importó, la vida seguía y los objetos eran banales espejitos de colores. Sí. Esa era la respuesta.

Cuando estaba con él, las cosas eran más profundas, los colores eran más intensos, las miradas enamoraban y las personas no eran tan sucias en el fondo.. Le removía los sentidos, le apelmazaba los remordimientos y desintegraba el eje de su cordura, dejándola así desprovista de cualquier tipo de cable a tierra.

Pensó en cuánto tiempo había pasado desde esa tarde cálida de comienzos de primavera, donde fue que lo vió por primera vez. Pensó en el tiempo, pensó en la vida.. No recordaba cómo había sido, ni por cuánto tiempo habían hablado. Sólo recordaba que había sido una casualidad-causalidad, le adjudicó las palabras al destino tergiversado en sus voces y se sacudió los pensamientos.


Detestaba demostrarse débil, porque en realidad lo era: Vulnerable.