4.08.2013

Tiempo -

Hace frío, o quizás yo siento frío porque estoy sola. Porque te pienso mientras me fumo el cigarrillo número quién-sabe-cuál, estando de pie, junto a la ventana en esta madrugada donde no se oyen ruidos. No se escuchan ni los murmullos de los autos lejanos, ni el crepitar de las ramas, ni el viento danzando en el ambiente.. Mucho menos tu risa, tu risa eco, la que tanto me gustaba escuchar (porque me daba vida y nunca te lo dije).
Ahora que lo pienso hay muchas cosas que no te dije, estúpido temor. Ahora estoy en negativo, ya mi tiempo pasó y acá estoy, fumando. Fumando los recuerdos, el amor, las palabras que no dije y las que vos tampoco dijiste (y seguro que no vas a decir jamás). Siempre me había atraído tu manera de ser, la forma de tu cara, la comisura de tus labios, lo mucho que te gusta hablar e irte -inconscientemente- por las ramas y terminar hablando de lo lindo que es tirarse en el pasto a descansar.
Frío. Me siento en el piso frío, el cigarrillo ya me quema los dedos. Me saca de ese trance en el que estaba sumida, en el que me hundo cuando quiero escapar un poco de la realidad tan abrumante que me rodea, que nos rodea.
Sentirte cerca llegaba a ser maravilloso, tenderme en el suelo y darte un beso risa.
Y reír.
Y besar.


Es cierto que los besos de despedida duelen, más aún cuando sin que nadie lo exprese, sabés que son de despedida.

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