3.21.2013

Verborrágia

Tengo que empezar a ser un poco más sincera, a esta altura de mi vida, ya no sé qué siento o qué debo sentir o lo que se supone que debería preocuparme. Todo se sucede como si fuese algo ajeno a mí, ya no me veo dentro de mí, me siento.. Alienada, enajenada. O no. O sí. O no y no sé realmente lo que me sucede, y digo cosas-sin-sentido. Tengo tanto por decir, y las palabras no me alcanzan, no las encuentro. Porque lo digo y no me gusta, me lo repito y sigue sin gustarme; cambio un poco mi discurso para renovar las energías y tratar de expresarme mejor, pero tampoco me agrada lo que me dije (porque sí, antes de decirlo a quién corresponda, me lo repito una y mil veces con el fin de que me convenza, con el fin de que no suene mal, de que sea sincero sin lastimar).
Siento que tengo que pedirte disculpas, aunque no sé muy bien por qué, en realidad imagino tantas situaciones, tantas cosas que (te) dije y que quizás no sonaron como me hubiese gustado (vuelvo a repetirme las cosas es mi memoria, pero ahora mirando hacia atrás hubiese cambiado un par de palabras).. Y sí, debería pedirte perdón. Debería volver a hablarte, pero me da vergüenza intentar comunicarme con vos, por el hecho de que ¡claro!, tengo que pedirte disculpas.. Aunque no dije nada malo, no te herí, no te lastimé. Al menos eso creo, las palabras que emití no fueron las precisas, pero nunca te dije nada negativo. Y sé muy bien, sé perfectamente que en lugar de escribir todo esto acá, debería estar diciéndotelo a vos, pero acá estoy.. Desahogándome un poco, esperando que quizás por casualidad leas esto, y entiendas que es para vos, y me hables y podamos arreglar las cosas (y disculparme con vos, de una buena vez por todas).

(ya no pido amor, pido perdón)

3.20.2013

Guíame.

guíame
cuídame
quiéreme con tus manos
tus manos que son viento
que son nubes, y son cielo
son cielo porque son inmensas
inmensas, y me recorren
me recorren porque te lo pido
porque quiero sentir esa electricidad etérea
la misma electricidad que me golpea cuando me tocás
tócame, para poder sentir que estoy viva
para poder sentir
tócame
cuídame
guíame

Memorias.

Sentada en el umbral de mi ventana, te pienso mientras llueve y las gotas mojan mis pies. Miro hacia abajo, la distancia es abrumadora, siempre me atemorizaron las alturas pero en el fondo me emocionan un poco. ¿Quién sabe cuántos metros hay desde un décimoprimer piso hasta el suelo? Sí, mi mente divaga para no pensar.
Divaga en vano, porque igual te pienso, igual te siento y recuerdo el último abrazo que me diste (reclamándome que siempre las muestras de cariño las hacías vos, y yo con mi memoria tan corta te doy la razón, porque no recuerdo y no quiero pelear). Y la primera vez que te ví, después de unos cuántos años que llevabamos perdidos.. Te veías tan inocente, esquivándome la mirada, sentado a la mesa y jugueteando con tus manos y el mantel. El mantel y tus manos. Tus manos, tus juegos y el mantel. (Siempre me gustaron tus manos, aunque nunca las había tomado entre las mías)
Hace frío, el viento sopla y canta melodías que me recuerdan a mi niñez, en las épocas en que jugabamos y correteabamos por ahí. Fingiendo ser piratas, padres, doctores, o quién sabe que cosas que ahora no recuerdo.. Que quizás en otra tarde de viento y lluvia, volverán a mi mente y me asaltarán la tranquilidad, robándome un par de sonrisas..

3.05.2013

3 am

Jueves, casi a las 3. Su cabeza todavía daba vueltas, y no entendía muy bien por qué.
Intentó dormir otra vez.
Jueves, 6.23 am. Se resignó a volver al mundo onírico de nuevo, estaba de vacaciones en el trabajo, tenía una semana completa (que ya estaba en su momento cúlmine) para ella, para hacer lo que le plazca. Escribió, leyó hasta el hartazgo (una simple forma de decir, ya que jamás se había hartado de leer). 6.34 am, se le vino un número telefónico a la memoria, lo anotó en su agenda porque creyó que era importante, ya que se había manifestado de forma tan súbita.
Se levantó de la cama, tomó su ropa (que al moverla, liberó un ligero aroma a perfume masculino) y la acercó a su cara para sumergirse en ese perfume, le sorprendía que aún conservara ese aroma. Volvió a recostarse. Recordó sus manos, tibias y fuertes, pero no por eso menos amables; la comisura de sus labios, la misma que había recorrido con los propios. La forma en que lo abrazó, todo lo que había en sus ojos, después de haberse besado por primera (pero no última) vez.

Figuración

Y por las noches, en el silencio abrasivo de la oscuridad, los recuerdos le quemaban.. Pensaba en él, en sus gestos, sus formas. Intentaba figurarse hasta el más mínimo detalle, detalles que cualquiera olvidaría, tales como aquel trocito de pasto que se había quedado enroscado en su cabello, y que por lo oscuro del mismo, resaltaba. De eso se trataba, ese era el juego. Los detalles ínfimos la entretenían, la distraían de lo que había sucedido en realidad.
No quería extrañarlo, aunque no sabía si era eso lo que sentía exactamente. Sabía que lo quería, sabía que en su abrazo había paz, y que en sus besos podía encontrar un universo nuevo, se encontraba a ella misma en cada beso, en cada abrazo.

Sí, estaba convencida. Lo extrañaba y le quemaba.

-

Pensó en la vida, pensó en su alma. Pero no en la suya, nunca era la propia, nunca le gustó pensar en ella, creía que el hecho de pensar en uno mismo significaba inmediata e irremediablemente, ser ególatra; por ende prefería no pensar en sí misma, y tratar de batallar con esos monstruos mentales que la atosigaban (y nunca se iban).
Pensó en él. En cómo estaría, pensó en sus ojos; en su mirada, tan profunda, tanta paz contenida y un leve dejo de tristeza.. Hacía muchos años ya que lo conocía, y si bien no creía en el amor a primera vista, sabía que algo similar le había sucedido en el instante, cuando lo vio por primera vez. Ni bien existió la posibilidad de que sus miradas se cruzaran, supo que su destino (si es que se puede decir así) era pertenecer a esos ojos. Verse ahí, eterna, etérea, junto a él.
Sintió un leve pesar, pero decidió que levantarse era su mejor y única opción, sacudirse un poco las telarañas que la entretejían junto a su pasado, ya había pasado mucho tiempo pensando, y para estas alturas, el dolor y la incertidumbre le pesaban en la espalda..

Pequeña recopilación

Tiempo. El olvido le acariciaba suavemente la mejilla, la eternidad la estaba despojando de su vasto campo, de su cosmos.. Su universo. Los días se volvían arena en sus manos, los recuerdos le golpeaban el cuerpo y estremecían su alma, lográndo envolverla en un abismo solitario. Solitario como su vida, como su alma. Atosigada por los fuegos del presente, creyó verse, enajenada; extraída de su propio espíritu, ajena en cuerpo y alma..
Había despertado algo agitada, pero lógicamente lo atribuyó al supuesto sueño que había tenido momentos atrás, intentó calmarse y respirar profundo, pero algo le oprimía el pecho, le nublaba la razón y le cerraba la garganta.
Intentó en vano y por todos los medios, librarse de esa sensación que la asfixiaba, necesitaba una presencia.. Algo, mejor dicho alguien que cortara con esa penumbra, con ese sórdido silencio que la estaba envolviendo.. No quiso admitirlo, prefirió que la inmensidad de sus recuerdos la absorbiesen, llenando su espacio, su tiempo, dándole forma a esa presencia que le faltaba.
"El compás de los cuerpos meciéndose.. Amándose, sincronizados. El calor de las almas fundiéndose, entremezclándose y queriéndose saber, anhelando conocer cada retazo.. Cada espacio habitable, abismalmente cálido.." Arrojó el papel al suelo de su habitación, no le gustaba escribir sobre él.
Ambos sabían en lo más oscuro de sus vidas que las cosas no serían así por siempre. Que las cosas cambiaban, las situaciones eran distintas y -por sobre todas las cosas- las personas evolucionaban. Evolucionaban.. ¿O involucionaban? Eso ya no importaba, o quizás sí. O quizás nunca nada importó, la vida seguía, y los objetos eran banales espejitos de colores. Sí. Esa era la respuesta.
Cuando estaba con él las cosas eran más profundas, los colores eran más intensos, las miradas enamoraban y las personas no eran tan sucias en el fondo.. Le removía los sentidos, le apelmazaba los remordimientos y desintegraba el eje de su cordura, dejándola así desprovista de cualquier cable a tierra.
Detestaba mostrarse débil, porque en realidad lo era: Vulnerable.
Decidió que lo mejor sería despejarse, quiso descargar esa tormenta de sentimientos en el papel, aunque creyó que era muy pronto. Todavía le ardían los recuerdos. Prefirió perderse en el mundo onírico, soñar con sus vacíos y llenarlos de caricias al alma. O al menos, olvidar. Olvidar es un sentimiento doloroso, es el todo y la nada. La nada misma, una vez que se olvida, se es nada. Uno es lo que vive, lo que vivió y vivirá. Pero al fin y al cabo, estaba segura que todas esas palabras que iba tejiendo en su mente, como una telaraña, como un discurso burdo que se repetía una y otra vez, eran una falacia. Que lo quería y que el tiempo no curaba.
No quiso engañarse más, ambos tenían la certeza que iban a verse otra vez, que estaban predestinados a vivir en compañía, uno con el otro, siendo uno.. Los dos. De la forma que fuese, de la forma que estuviese preestablecido. Se querían y se odiaban, eran un remolino de sensaciones. Y cada uno tenía su forma especial para demostrar amor, queriéndose tanto sin saberse querer. Destruyéndose por partes, alimentando los egos rabiosos que buscaban un poco de cariño. Enmendándose las heridas que la vida les había dejado, con besos y caricias, que nadie les había sabido dar. Verlos era poesía, ellos eran poesía. Un poema infinito, que tenía las raíces en el suelo, y ellos se encargaban de volar, de volar y escribir la historia. De crear los versos, de hacer el amor en forma de estrofa. Y se querían. Y se necesitaban.

Medianoche

¿Y qué hay, qué hay más allá? Más allá de vos, de mí. Cuánto te debo, cuánto me faltas. ¿Y qué hay de mí, de vos? De un nosotros, menos yo. Con vos, pero sin vos, estando juntos sin ser Nosotros. Sólo alma, sólo carne. Puras palabras, pura poesía. Vos y yo, y todos y nadie. Las tardes que nos dimos, la vida que te dí, los besos que están atrapados en los ojos, en los labios, en la carne. El abrazo que es cielo, tu abrazo que me ahoga. Tus ojos que me miran, y los míos que no paran de hablarte, de llamarte, de mirarte. De quererte. Quererte y volverme cosmos. Cosmos para abarcarte, para ser amanecer y llenarte de luz cuando te levantes en las mañanas, cuando tu boca esboce pequeños atizbos de lo que fue un sueño, un sueño de vida y de muerte. Un sueño más, un sueño menos, y la vida allá afuera esperándote. Salís a la vida, salgo a vivir. Por separado, cada uno por su cuenta.
Queriéndote conmigo, sintiéndote pleno, sintiéndonos vivos.
Sintiéndote.

Sobre los sueños y algo más

Un dolor abrasivo le quemaba el alma, y la aturdía. Suspensión. Cerró los ojos por un momento, el viento frío de aquella tarde de lluvia le golpeó la cara, dejándola desprovista de esa suerte de trance en el que se encontraba sumergida. Sentía una especie de vacío, un sentimiento inexplicable que le inundaba el pecho.
Buscó en su mente, los recuerdos venían cada vez más rápido. Abismos. Lo recordaba fuerte, algo frío también.. Pero no por eso, menos interesante. Sentirlo cerca le ardía, le encantaba. Lo había situado en una suerte de altar, y ella ínfima. Sin colores, insípida comparada a él.
Lo quería, y ese cariño le quemaba.

Despertó.
Después de todo, sólo había sido un sueño.

De mí.

"El compás de los cuerpos meciéndose.. Amándose, sincrónizados. El calor de las almas fundiéndose, entremezclándose y queriéndose saber, anhelando conocer cada retazo.. Cada espacio habitable, abismalmente cálido.."

Arrojó el papel al suelo de su habitación, no le gustaba escribir sobre él.

Ambos sabían en lo más oscuro de sus vidas que las cosas no serían así por siempre. Que las cosas cambiaban, las situaciones eran distintas y -por sobre todas las cosas- las personas evolucionaban. Evolucionaban.. ¿O involucionaban? Eso ya no importaba, o quizás sí. O quizás nunca nada importó, la vida seguía y los objetos eran banales espejitos de colores. Sí. Esa era la respuesta.

Cuando estaba con él, las cosas eran más profundas, los colores eran más intensos, las miradas enamoraban y las personas no eran tan sucias en el fondo.. Le removía los sentidos, le apelmazaba los remordimientos y desintegraba el eje de su cordura, dejándola así desprovista de cualquier tipo de cable a tierra.

Pensó en cuánto tiempo había pasado desde esa tarde cálida de comienzos de primavera, donde fue que lo vió por primera vez. Pensó en el tiempo, pensó en la vida.. No recordaba cómo había sido, ni por cuánto tiempo habían hablado. Sólo recordaba que había sido una casualidad-causalidad, le adjudicó las palabras al destino tergiversado en sus voces y se sacudió los pensamientos.


Detestaba demostrarse débil, porque en realidad lo era: Vulnerable.