3.05.2013

3 am

Jueves, casi a las 3. Su cabeza todavía daba vueltas, y no entendía muy bien por qué.
Intentó dormir otra vez.
Jueves, 6.23 am. Se resignó a volver al mundo onírico de nuevo, estaba de vacaciones en el trabajo, tenía una semana completa (que ya estaba en su momento cúlmine) para ella, para hacer lo que le plazca. Escribió, leyó hasta el hartazgo (una simple forma de decir, ya que jamás se había hartado de leer). 6.34 am, se le vino un número telefónico a la memoria, lo anotó en su agenda porque creyó que era importante, ya que se había manifestado de forma tan súbita.
Se levantó de la cama, tomó su ropa (que al moverla, liberó un ligero aroma a perfume masculino) y la acercó a su cara para sumergirse en ese perfume, le sorprendía que aún conservara ese aroma. Volvió a recostarse. Recordó sus manos, tibias y fuertes, pero no por eso menos amables; la comisura de sus labios, la misma que había recorrido con los propios. La forma en que lo abrazó, todo lo que había en sus ojos, después de haberse besado por primera (pero no última) vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario